11 junio, 2016

Opinión Nº 2: ¿Qué Símbolos Patrios?

Antes de dar mi opinión (sí, otra, me gustó el asunto), haré eco de una mucho más ilustrada. A continuación un video de Renny Ottolina, a modo de preámbulo.


No fue sólo la mágica atracción de sus lentes. Yo no sabía nada de este señor antes de ver este video -aún no sé nada de este señor, pero no es sólo una buena voz, también es una buena mente-; al verlo dije, momento, párense todos, esto no es cualquier cosa.

No mucha gente habla de símbolos, recientemente se escucha el término "guerra simbólica" (explicación del término aquí: Guerra Simbólica según Fernando Buen Abad, para el que quiera profundizar). Hasta donde he entendido, y no soy ninguna luminaria, la guerra simbólica tiene que ver con los elementos, expresados con palabras en los medios de comunicación, que conforman la sociedad; ejemplo: "arbeit macht frei", grito de guerra número uno, que creó una sociedad basada en el trabajo; Deus, Patria e Familia, grito de guerra número dos, de Salazar de Oliveira en Portugal, parecido a muchos otros derechistas, que llevó a la sociedad hacia la espiritualidad católica y sus símbolos; en fin, valores primordiales que el Estado, en su calidad de garante de la seguridad -presente, futura, emocional, espiritual, alimentaria, todo pues, porque nosotros como que no nos podemos garantizar nada por nosotros mismos- promueve. No es un simple slogan, no es un "Yes, we can", es un mensaje repetitivo, constante, omnipresente, accionado por una maquinaria bien aceitada en pro del "progreso", sea lo que sea que eso signifique, acompañado por noticias que apoyan la necesidad del valor promovido (no hay comida, así que hay que sembrar, por ejemplo, y no hay medio de comunicación ni chismosa de barrio que te diga lo contrario).

Cuando Ottolina habla del valor simbólico del Bolívar, propone una campaña que lo acompañe en su ascenso a un nivel superior de uso de tan clave apellido. Estoy de acuerdo con todo lo que dice en este video. Cada vez que tengo que utilizar, por decir, quinientos Libertadores de la patria para pagar un chocolate medio derretido me da cierto remordimiento cultural, me imagino al pobre Bolívar multiplicado por quinientos, pequeños clones vivitos y coleando, en fila para ser canjeados por productos de primera, segunda o tercera necesidad; un cuarto especial en cada casa para guardar a los clones de Bolívar que vayas obteniendo con el sudor de tu frente.

El hecho es que Bolívar es el nombre de una persona, y no puedes cambiar a una persona por comida, ¿cierto? Ni por cigarrillos, ni por una entrada al cine- "Toma, te cambio a la tía Rosa por Avengers original en BluRay".

Bolívar es un símbolo, y se devalúa y se devalúa y se devalúa... Antes de arreglar la economía habría que hacerle caso a Ottolina, digo yo -no que nadie tenga que hacerme caso, claro, yo soy una retahíla de tinta electrónica en pantallas ajenas.

Pero la verdad es que este humilde artículo no comenzó por Bolívar, sino por otro símbolo primordial: La Bandera.


No hablo del tricolor nacional, sino del terminal de pasajeros, y de esto hablo porque me toca en lo profundo y lo cotidiano. No es una queja, sino una denuncia.

Supongo que no todo el mundo lo conoce -dichosos aquellos- sino por reportes de noticias en diciembre y semana santa, cuando La Bandera parece bollito mal amarrado. Allí llegan y de allí salen todos los autobuses de occidente a la capital.

¿Por qué hago eco de Renny Ottolina y lo lanzo en la misma ensalada que el Términal La Bandera?

Porque, quien lo ve, con el piso negro de grasa, lleno de vendedores ambulantes y loquitos que piden dinero y te lo devuelven porque es muy poco, o porque tú lo necesitas más; con cúmulos -no cubos- de basura mosqueada y húmeda en los rincones, con filas de gente que puede aguantar de pie en el sol todas las horas necesarias -porque no hay opción B para salir de Caracas-, con autobuseros que aman, adoran, desfallecen por la música a todo volúmen muy a pesar de los pasajeros...

Lo diré de manera menos poética: llamar a un Terminal de Pasajeros como un símbolo patrio equivale a ponerle una placa a la poceta con el nombre de tu mamá. Todos los días se pisotea a la Bandera, se le escupe encima, se la llena de basura, se la utiliza de plataforma para quitarle dinero de más a la gente... Y lo único que puedo hacer, en vez de quejarme con mi familia de que aquí no se puede, que aquí no hay cultura, que el problema con el Venezolano es equis... Es hacer eco de voces instruidas, a ver si ayudo a que se escuchen por allá, donde hay quien sí puede hacer algo.

Si no la quieren limpiar, si no quieren poner controles reales a los choferes que habilitan o se llevan viejitos de pie agarrados del techo y ensardinados entre las butacas, por lo menos cámbienle el nombre.

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