Es importante, antes de comenzar, contar hasta diez.
...
Bien, ahora sí.
Es que, aquí en el norte, en la casa donde me estoy quedando, tienen puesto CNN -en español; están pasando un programa dedicado al dinero. El caso es que, mientras más hablaba ese señor, más me latía el corazón, y no de buena manera.
Es interesante como opera -lenta y corrosiva- la tensión sobre las personas. Al principio no te das cuenta de que apretaste los hombros, o el abdomen. Le agarras el gusto al programa y lo sigues viendo, se te atraviesa en las conversaciones cotidianas una que otra consideración -ajena y adoptada- sobre la economía europea y el referéndum de yo no sé donde, aunque te estaban hablando del precio de la yuca. Un día te consigues con alguien que te sigue la conversación, se cuelgan por horas, subiendo el volumen a medida que suben el tono porque llegan a la conclusión de que ni concuerdan ni pueden convencerse el uno al otro; odias a esa persona de ahora en adelante, la ves y se te revuelve el estómago, es que es un ignorante, como se le ocurre que blah blah va a sacar a cualquierlandia del rollo fronterizo si ese es igual de ignorante...
Inevitable. Porque un alto porcentaje de nosotros, modernos e incautos seres humanos, vivimos en cautiverio corporativo y se nos pegan las malas mañas de los unos a los otros más rápido que el zika. Entre tanta tensión, nos picoteamos, no por odio sino porque... O sea, no somos monjes zen ni podemos obligarnos a serlo.
Como decía, si ya la tensión abunda, de por sí y sin ayuda externa, ¿qué demonios hacemos viendo CNN? Si el dinero siempre queda corto a fin de mes, ¿qué hacemos suspirando por las dificultades del nuevo tramo del Canal de Panamá?
¡No nos interesa! Ya es hora de admitir que ni somos analistas macroeconómicos ni nuestros trabajos se hacen mejor por andar pendientes de lo que los verdaderos analistas (generosa denominación) dicen.
Yo no sé, la verdad es que no sé nada. No tengo propiedades ni cobro inversiones y, francamente, mi cuenta bancaria lo que tiene es polvo. No me interesa la bolsa de valores. De broma le paro al precio del petróleo venezolano, y tampoco debería, porque ese dinero no entra a mi bolsillo.
La mayoría, me atrevo a afirmar, estamos en la misma situación. De que queremos estar mejor, no tengo duda, pero el camino para ello no es la economía mundial sino el trabajo del individuo.
Yo, en particular, comenzaré por quitarle el polvo a la cuenta aunque no tenga nada para guardar en ella.
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